Valparaiso y Playa Ancha, reflexiones de Domingo

La feria de Avda. Argentina, Valparaíso

1ra. Parte:

Avda. Argentina en día domingo, el anciano de barba blanca camina despacio de puesto en puesto, de vez en cuando se detiene ante algún objeto antiguo, bronces o cristales, algún libro de Neruda o Huidobro, parece el habitual paseante dominguero, jubilado de chaqueta a cuadros y pantalones de cotelé café, los bigotes medios amarillentos denotan su afición al cigarrillo, no parece un Sr. De buena situación, los zapatos gastados y las manos ajadas y rugosas denotan un pasado de trabajo, quizás un obrero o artesano. Sigue tras el, inconsciente de que lo siguen sin querer, instintivamente sus miradas se cruzan y con indiferencia siguen su caminar pausado, desde que vive en Valparaíso ha hecho habitual las salidas domingueras a esta feria cada vez mas llena de vendedores de tecnología y artículos robados, su búsqueda de cachureos se hace difícil, lo que busca no es tan simple, el viejo cuadernillo en el que su padre escribía poemas, vivencias y recuerdos no está a simple vista, perdido en uno de esos viajes en los 80” cuando conseguía trabajar para los gringos de la Unitas, pero ahora 20 años después, viviendo otra realidad y en el lugar que siempre quiso vivir, camina tras el anciano sin darse cuenta que el busca lo mismo, o quizás algo similar.

El anciano se agacha y recoge de entre un montón de revistas un cuadernillo de tapas grises, alcanza a ver al final de una de las hojas manuscritas en letras negras una firma o nombre : Emilio.

Nota la cercanía del joven a su lado y ve en el fondo de sus ojos verdosos una pregunta, también siente una sensación incomoda, como cuando te pillan en algo malo..

Se aleja un par de pasos y sigue su camino intrigado, mira atrás y ve que el anciano extiende un billete al vendedor que satisfecho lo guarda mirando hacia otro lado.

Ya esta al lado del Sr. De chaqueta a cuadros y le habla directo: “Sr. ¿Me permite ver su cuaderno??, … Responde evasivo, ¿ ¡Para que??, Solo es curiosidad, intentando una mirada amigable, “es que parece ser un manuscrito de alguien que conozco, Sr….” “Jorge, …Jorge es mi nombre “ , la voz del anciano, grave, pastosa, le extiende el cuaderno, titubeante..

El calor de media tarde simula la gota de sudor que escurre desde la sien, la camisa se pega al cuerpo húmeda , la mirada del joven se pierde en las páginas descoloridas del cuadernillo, en torno a la imagen se hace un silencio casi mágico, el torrente de gente parece desaparecer en ese metro cuadrado de adoquines sucios, papeles y polvo caliente. Los personajes se funden en un cuadro surrealista, una aureola de misterio emana desde las hojas, en letras manuscritas, bocetos y rallados. Solo transcurren unos segundos…”Ya, joven debo irme” y con un gesto, mejor dicho, quita el cuadernillo de las manos, con firmeza…”Hasta luego”.

Lo reconoce de inmediato, es el manuscrito de Emilio..
Por fin lo encontré ..pensó.

Cuando reacciona, ya es tarde, el anciano desaparece entre la multitud, intenta verlo, es en vano, desapareció.

¡Que torpeza.¡ “Debí convencerlo de que me lo venda”..

El calor se hace mayor y se siente observado, su actitud llama la atención, sus pensamientos dichos en voz alta, mezclados con un ¡Mierdas!!

Agacha la cabeza y encara al vendedor que con curiosidad ha observado el encuentro frente al montón de revistas y libros viejos tendidos en el suelo. Se le escucha decir: “Llegó tarde pu”s mi amigo”, el viejito se la ganó”. “Pero yo recuerdo quién me vendió esos libros viejos, “ .dice y Le explica que el también conoció a quien escribió ese cuadernillo y que hace años que lo tiene entre los cachureos. Le pide entonces una dirección para tener la oportunidad de recuperarlo, se niega nuevamente, pero dice: “ Búscalo en la Librería Siglo XX, el dueño puede saber donde vive el Sr. De Chaqueta a cuadros y puede ser que encuentre algún libro, están baratos… A propósito ¿Cómo se llama Ud??”

Luis Emilio, responde y le extiende su mano en el vacio, sin responder da la vuelta y sigue voceando su mercadería.

Se pierde entre la gente de la feria de Avda. Argentina, ese día Domingo caluroso que le recuerda que en casa le esperan, hora de almuerzo “¿Qué tenemos hoy?, se pregunta.. Un nudo en el estomago le hace apurar su camino hacia el cerro…”Estuve tan cerca, Será el próximo Domingo”, el regreso fue largo. La camisa pegada al cuerpo le recuerda, “Debe ser el calor” piensa cuando llega al primer escalón de la subida a Playa Ancha.

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