Angela, Mensajera de los dioses


Hoy de regreso desde La Serena, después de una larga espera para durante 15 minutos estar semidesnudo mientras una enfermera me llena de artilugios para un eléctrocardiograma, mirando el cielo blanco de la salita, en silencio para no agitarme y olvidar que ha pasado mucho tiempo sin un chequeo médico, con la mente en blanco, pienso en pagar viejas deudas con mi pasado, en calma y lucido con mi último café del día Lunes, fumando (espero) el último cigarro antes de que me los prohiban, adelanto trabajo y posteo un escrito que forma parte de una historia que aún no termina.

Para tí , Mensajera de los dioses:

Camino por el puente que cruza el río Cruces me acerca a la calle Picarte, es fría la noche y la vieja chaqueta a cuadros no logra abrigar el frio que emana desde adentro, frio de alma de espíritu, pienso ahora casi 40 años después, Recorro mentalmente pasando la mano por la baranda metálica que separa el vacío hacia el agua 20 metros abajo, los escasos autos que circulan iluminan mi figura maltrecha, cabizbajo camino hacia el refugio de la Escuela México cercana al Torreón, ya casi llego al final y las figuras de otros transeúntes pasan sombrías esa noche de verano gris, propio de Valdivia en los inicios del verano. Mis jeans se pegan a mis piernas acentuando el frio que ya se hace convulsivo, es la escasa costumbre de habitar un clima diferente. Dias atrás me he bajado del trencito que combina en Antilhue hacia mi destino incierto pero de nombre y apellido ; Valdivia.

Unos dias atrás, con el escaso dinero ahorrado después de navidad del 71, otros pocos pesos conseguidos a mi tía Sarita con un pretexto que no recuerdo pero eficiente, pues logro juntar el dinero para un pasaje de 2da. Clase en un tren nocturno dirigido a Pto. Montt. Mi maleta a cuadros grises atiborrada de camisas, poleras, calcetines y un par de zapatillas me hace ver diferente en el andén a la espera de subir por una puerta de los carros de 1ra, para luego caminar a los incómodos asientos de 2da. En algún momento diviso la chica que motiva el viaje, con su impecable equipaje, su pelo azabache y una mirada cruzada al azar, como diciendo ¡Que haces aquí?... Pocos dias antes nos despedíamos para “siempre”, como se acostumbraba en la época, siempre existía la esperanza de la reconciliación, yo esperaba que ese viaje fuese el momento…

Ya llego a las puertas del Colegio-Refugio, funcionaba así producto del “Servicio de Turismo Escolar”, algo así como los actuales hostales juveniles, allí llegaban delegaciones de colegios de todo Chile…Yo no cumplía con esos requisitos, pues mi aventura tenía que ver con viajar tras una chica imposible, solo y sin dinero. Sin embargo la suerte de mis 17 o una vez mas el azar me hizo conocer al “Charlie”, un personaje singular, con un acento de extranjero y una simpatía a toda prueba, empatizamos de inmediato, fue como conocer a un pariente cercano o un compañero de aventuras en un lugar desconocido.

El hambre de la última comida a eso de las 17 ya hace sus efectos, necesito un café. Charlie me lleva a las cocinas del colegio, entra y saluda como parte del personal que a esa hora hacía aseo, ¡Hola chicas¡¡, Queda un cafecito??.. El dialogo entre risas y la presentación hace que mi frio disminuya, ya estoy en casa.

Había gastado mis últimos pesos al 2do día de llegar a Valdivia, pagué en una residencial de 3ra categoría por un cuartillo donde mi maleta era el closet, que día a día disminuía su contenido, pues en busca de dinero comencé a vender entre los jóvenes que contactaba en la plaza de Valdivia, poleras, suéteres, incluso mis ajadas zapatillas las cambiaba por unas pocas monedas, mientras día y tarde caminaba en círculos con la esperanza de re-encontrarme con la muchacha de pelo color azabache.. Un par de veces nos cruzamos, pero siempre su mirada fue evasiva. Perdí las esperanzas.

Ahora estaba sobre unas mesas de colegio, tendido sobre unas colchonetas cubierto con frazadas grises que Charlie conseguía entre sus amigos del colegio. En mi maleta solo conservé un par de jeans y mi ropa básica, un disco long play de The Beatles y otro de Deep Purple.. Las cartas ajadas de tanto releerlas donde juraba amor eterno y una pequeña foto. Una noche x, semi iluminado por una vela, ceremoniosamente quemé una a una las cartas y rompí en pedazos la foto, fue un exorcismo. Me sentí libre.

Charlie dijo ser uruguayo, pero su acento me parecía mas de un gringo, usaba barba y el pelo largo, una jardinera de mezclilla casi siempre sucia y una camisa de franela a cuadros, resultaba simpático.

Recién comenzaba el verano y era imposible un regreso a la calidez del hogar, Charlie ideó un sistema de ayudarse que consistía en la limpieza de baños y pasillos. Me convertí en su ayudante y conseguí un lugar en su sala-dormitorio y vales para los almuerzos de las distintas delegaciones.

Su personalidad le abría puertas y era considerado parte del lugar.. Pronto nos convertimos en “Guías Turísticos”.. Comenzamos a llevar delegaciones a Niebla, Corral, la Isla Teja y otros de acuerdo a los programas de cada Colegio.. El Verano Cambió para mí.. De vez en cuando una própina.Ya no vagaba por la plaza en busca de lo imposible, además a esas alturas, la chica de mis sueños se había marchado al fundo de su familia en Reumen, .. Mi v ida cambió..

Pronto ideamos una discoteca en el gimnasio de la Escuela México, con un viejo tocadiscos, algunos papeles de colores, guirnaldas y los dos únicos discos que poseíamos, armamos la 1ra disco de los 70”.. Obviamente durante el día conocíamos a quienes serían nuestras parejas de baile en esas noches desenfrenadas..Dicho esto, a esas alturas ya había probado mis primeros pitos de yerba y bebido los combinados de ron y cola, el trago de la época, entre escapadas a nuestros secretos rincones donde Charlie guardaba tan preciados tesoros..

Mi pelo claro creció, el sol hizo sus efectos en mi rostro pálido dándome un cierto status de veraneante..Disfrutaba ese tiempo, y ganaba dinero.

La contingencia política me era indiferente, Allende gobernaba con una fuerte oposición pero que para nosotros no era mas que una anecdótica forma de estar informados, el Servicio de Turismo Escolar era una mas de esas instituciones que funcionaban al amparo de políticas sociales que mantenían a l pueblo entretenido y quizás desinformado de la realidad general. Además sus usuarios éramos todos jóvenes de los últimos años de enseñanza media la mayoría como hoy indiferentes, nuestras únicas preocupaciones eran encontrar una cajetilla de cigarros o algo de música comprada en las ferias o de mano en mano.. No pensábamos en política…Aún.

Había logrado recuperar algo de ropa, ya mi facha no era tan indiferente y al igual que “Charlie”, comencé a llamarme “Emilio”, mi tercer nombre, pero que resultaba entre snob y diferente al común Luis.

El Torreón a las afueras de la escuela se convirtió en el punto de encuentro de las delegaciones que llegaban desde el norte, fue una costumbre estar a la espera para ofrecer nuestros servicios de guías y a la vez de tratar de “pinchar” con las chicas mas lindas que llegaban, en ello el Charlie llevaba la delantera, bastaban un par de frases suyas y ya estaba haciendo amistad con la líder del grupo o de la pinturita de turno. Yo todavía estaba reacio a iniciar cualquier relación, aunque fuese forzada, aún sentía que no estaba curado del motivo de mi viaje. Mi segundo plano fue la clave.

Todo cambió un día en un viaje a Niebla, una chica un poco tímida, del cabello castaño y crespo, me recordaba a la Carole King, su lenguaje era espontaneo y apresurado, sus grandes ojos castaños, casi melancólicos me llamaron la atención, noté que ella también me observó de forma diferente. Luego fue una constante búsqueda, nada dejado a la improvisación.. Iba y venía y siempre la buscaba entre la treintena de chicas del Colegio de Playa Ancha, era su gira de fin de año, Valdivia el destino. Valdivia cambió mi destino. En el puente frío de mis primeras noches en V aldivia, sentí por primera vez su mano cálida entre las mías, no recuerdo si hubo un beso, no recuerdo si hubo palabras…

Esa noche bailamos en la disco del colegio hasta el cansancio, una y otra vez “smoke on de wáter” y otras. Su cercanía aún la siento. Su cuerpo firme, su cabello crespo enredado entre los míos, su amplia sonrisa, su aliento cercano..

No recuerdo si al día siguiente fue lo mismo, pero la busqué entre la multitud y no la encontré, solo supe que su nombre significa del griego, Angela :

Mensajera de Dios.

Me anamoré.

Sin duda en algún momento antes de la despedida, obtuve su dirección en Valparaíso.

Pasó el verano, Charlie siguió su camino después de despedirnos en Pto. M ontt, en nuestro viaje final en el trencito a carbón hasta Antilhue, luego combinamos hasta el final del camino en el tren que viene de Santiago, esta vez a propósito en el carro de segunda, bebiendo mis primeras cervezas en un coche lleno de viajeros de mochila y acentos extranjeros, donde el humo del cigarrillo y la yerba se mezclaban como uno solo, donde la risa y las guitarras sonaban en una sola melodía de fin de veraneo..

En Puerto Montt, buscamos un cuartillo para tirar nuestros sacos de dormir y comprar romilar, un jarabe que mezclado con jugo producía sensaciones ideales para ver Yellow submarine, la película de los Beatles, donde pasábamos tardes enteras en en el cine frente a la costanera.. Después seguimos nuestro viaje, el regreso llegó a fines de Febrero.

El verano terminaba.

La Historia de Valparaíso y Playa Ancha comienza..

Angela espera.



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